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Erbló de Paco Rebolo... la última frontera.

Vieiras maceradas en ginebra

Com mi amig Juan Morich me ha dich que teng men espac par las recet voy a procur cortarm un poquit en las pamplin que suel cont. Aprend Rajo.

Aun así, os voy a regalar una receta particularmente exquisita, sencilla y desde luego impactante: Vieiras maceradas en ginebra y a la plancha con salsa de tres pares de narices. La presencia es esplendorosa, la textura y el sabor, brutales. El precio no tiene por qué serlo.

A saber, se coge un par de vieiras por persona o asimilado (reservamos las conchas) y aprovechamos que vivimos cada vez más inmersos en un mundo de gin-tonics para usar una ginebra que sea algo más que alcohol de quemar, una de esa con aromas frutales y multitud de especias, más que nada porque son las que aportarán esos matices a la vieira. Cogemos las vieiras y las laceramos en su orgullo y en su cuerpo con incisiones que permitan que algo de la maceración pase a su interior.  El líquido y los sólidos de la maceración los preparamos de aquesta manera y sazón: Ginebra abundante, jengibre recién cortadito, puntito de ajo, cucharada de café de salsa de soja, laurel, romero, algo de aceite de oliva, chorrito de limón y cucharadita de café de miel (también cabe algo de salsa de ostras). Los ingredientes pueden cambiar al gusto del comensal o del bebensal.  Una vez introducidas las vieiras, conviene dejarlas un par de horas en el frigorífico o en una loma nevada de los Pirineos, pero lo primero es más accesible. Las maceraciones van mejor con frío, son cosas de la vida.

Cuando ya haya pasado el tiempo establecido por las leyes internacionales para que nuestra vieira esté en su punto, las sacamos, las escurrimos y las metemos en una sartén con mantequilla y algo de aceite y las vamos pasando hasta que estén en el punto que nos gusten, recordando que, curiosamente en las vieiras, la parte roja es la menos sabrosa. No tiramos el jugo que sueltan ni aunque nos despellejen al vacío. Ahora colamos el caldo de la maceración y lo echamos en la sartén para que reduzca y quede una crema brillante, sedosa, melosa, agradable al paladar y a la vista.  Ya sólo nos queda echar cada vieira en su concha y derramar con mimo el caldito por encima. Sencillamente espectacular.

Y por cierto, el próximo 7 de julio al mediodía se va a celebrar la tercera edición del Concurso de Tortilla de patatas en el Restaurante los Arcos, en plena Bajadilla profunda; el año pasado 64 piezas a degustar. Este… ni se sabe. ¿Quién será valiente de apuntarse sabiendo que estoy de jurado y que soy más malage que Risto Mejide (o como se llame)?

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