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Erbló de Paco Rebolo... la última frontera.

CasiTempuraperomejor

CasiTempuraperomejor

“CASITEMPURAPEROMEJOR”

La siguiente preparación (no es un plato, sino una técnica) está basada en una elaboración tradicional (supuestamente) de Japón: la Tempura. Y digo supuestamente puesto que, a pesar de lo que nos venden hoy, esta técnica fue introducida en Japón por los misioneros jesuitas portugueses, que llevaron una preparación de tiempos de vigilia (témporas) consumida en España y Portugal. Y si no, recordemos los afamados y exquisitos “calamares de campo” que nos ponen en algunos lugares de Andalucía que no son sino aros de cebolla y tiras de pimiento enharinados y fritos. El rebozado (para entendernos) se usa con mariscos y vegetales (también con frutas), y acaba dando sabor y textura exquisitos, nuevos, a géneros que a priori nos suenan más “aburridos”.

La forma que me gusta y que os propongo no es exactamente tempura por una razón simple: en la forma tradicional japonesa, las verduras quedan (para mi gusto) demasiado crudas, tanto que a veces cuando las mordemos todavía tienen el dedo de quien las recogió agarrándolas. Y, además, en muchas ocasiones incorporan yema de huevo, con lo que corremos el riesgo de quemar demasiado la cobertura. La verdura es preferible que no esté cortada demasiado gruesa. En cuanto a qué verduras usar, vale casi cualquiera aunque a mí me gustan especialmente: pimiento rojo, verde, cebolla en aritos, tomate (sin pepitas ni semillas), calabaza, brécol (hervido), espárragos, setas o champiñones. Si queremos podemos incluir en el apartado “verduras” a algún que otro langostino sin cáscara ni cabeza (espero que si algún biólogo lee esto no se revuelva en su mundo interior).

La forma de preparación es bien simple: Mezclamos harina de trigo, harina de arroz (si queremos) en las proporciones que nos apetezcan, sal y cerveza muuuyyy fría. La forma es mezclarlo todo en un bol grande y con las manos, despacito, sin violentar los ingredientes y sin importarnos que queden grumos. La textura tiene que ser como de una papilla pero más líquida. Sumergimos los ingredientes en ella y los echamos en aceite a unos 180 grados, echamos pocos para que el aceite no se enfríe. Mi variante es que una vez introducidos, bajamos el fuego y los hacemos unos minutitos para que se ablande el interior. Luego, de nuevo fuego fuerte para que quede crujiente y dorado. Eso sí, imprescindible comerlos recién hechos. Y a mí me gusta sin salsa alguna. Que conste.

Publicado en "Apunta, Guía delOcio del Campo de Gibraltar" de Febrero de 2007 y en la Revista "Intermedia" (difusión autonómica)de Abril de 2007

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