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Erbló de Paco Rebolo... la última frontera.

LANGOSTINOS FLAMBEADOS

La perspectiva de plantearnos cualquier zampada veraniega nos hace enfrentarnos con la abulia propia de esta época. Lo que no es poco.

Por eso, no viene mal acogernos al siempre socorrido juego que nos dan los nunca bien ponderados y poéticos crustáceos patrios. Ante la tesitura (Abulia vs. Comer), recordé un platillo fácil de preparar a la vez que sabroso y de espléndida presentación, que nos permite con verduras, salsas y texturas y, siempre, de triunfo seguro. A saber, langostinos flambeados sobre un lecho de puerros, con opciones varias para ser acompañado con alguna que otra salsa de las que quitan el hipo.

Antes que nada, hay que reseñar que este plato tiene unas pequeñas complicaciones intrínsecas, por lo que os recomiendo que si vais a hacerlo y tenéis la menor duda, me mandéis un correo; ya iré yo a prepararlos y comérmelos.

Ingredientes:

-         Langostinos (grandes, cuanto más mejor, pero sin tener que recurrir a la ingeniería genética)

-         Puerros (2 ó 3), mantequilla, aceite de oliva, sal, pimienta, pan de un par de días

-         1 Bote de buenos pimientos asados

-         1 Bote de mayonesa

-         Whisky o cualquier licor que nos guste

El tema es simple:

 En primer lugar echamos en la sartén mantequilla (nada de margarina, cosas extrañas de soja ni similares) y aceite de oliva (para que no oscurezca la anterior), incorporamos los puerros cortados muy finitos y los pochamos un rato, cuando estén blanditos, damos caña al fuego para que queden crujientitos por fuera. Los ponemos en el plato donde vayamos a servirlos con toda su salsita, a modo de lecho donde reposarán nuestros amigos los señores y señoras de luengo bigote y piel rosácea. En ese mismo plato, en los laterales, podemos incorporar unas tiritas de pan frito; vienen bien porque si no nos gusta el plato siempre podremos tirárselos a la testuz al cocinero.  

Luego, pelamos los langostinos (la cantidad que queramos, cuantos más, mejor. Gula dixit.). La cabeza la escurrimos sobre la sartén en la que vayamos a flambearlos para que suelten todo su jugo. Si queremos, previamente, en esa misma sartén podemos echar todas las cáscaras y dorarlas en aceite, el fondo que queda tiene todo el sabor de los langostinos y siempre potenciará nuestra preparación. Obviamente, quitamos esas cáscaras antes de echar los langostinos, lo digo por l@s despistad@s. Añadimos aceite de oliva al jugo que han soltado las cabezas, comenzamos a calentar la sartén (mejor sartén que plancha, porque vamos a rescatar todos los jugos) y cuando esté bien caliente incorporamos los langostinos, le añadimos pimienta (si nos apetece) y poquita sal, inmediatamente incorporamos el whisky en la cantidad que nos apetezca y lo flambeamos (le metemos fuego, vamos) con muchísimo cuidado. Lo seguimos haciendo hasta que no arranque la llama en el interior, señal de que habremos consumido casi todo el alcohol (nunca se consume todo). En ese momento sacamos los langostinos, que tienen que quedar jugosos en su interior (así son más dados a la meditación y podremos tener unos buenos ratos de charla con ellos mientras compartimos mesa y mantel) y los ponemos sobre el lecho que hicimos con los puerros y el pan frito. Lógicamente los bañamos con toda la salsa que ha resultado, que acabará trabando hermosa y plácida amistad con los puerros del lecho.

En estos momentos ya tenemos un plato que podríamos considerar como inmarcesible (Nota: ver significado de “inmarcesible” en la página del DRAE), pero siempre podemos seguir aderezándolo con un cierto riesgo. En ese caso, el de sentirnos atraídos por el peligro, podemos proceder de la siguiente forma: El bote de pimientos asados que hemos adquirido previamente (que además tiene que ser de magnífica calidad) será la base para una salsa especialmente original y fresca. Cogeremos tres o cuatro tiras del pimiento, un pelín de ajo, algo de sal y un buen chorro de aceite de oliva. En la batidora uniremos todos los ingredientes en armonía y buena vecindad hasta que quede una crema de lo más aromático. Esta crema la usaremos con cuidado, porque no se trata de invadir ni desnaturalizar el sabor propio de los langostinos, sino de ensalzarlo. Os resultará sorprendente.

Por último, sólo nos queda el bote de mayonesa que hemos adquirido. Sin abrirlo, lo tiramos directamente a la basura. Así aprenderán poco a poco los fabricantes que esas porquerías, ni de lejos.

Salud y República.

Publicado en "Noticias de la Villa" de agosto/2007

1 comentario

Jesús Bernal -

Yo he hecho una salsa de pimientos del piquillo, con, una latita de pimientos , un poco de sal, un poco de ajo, un poco de aceite, y tachánnnn azucar.
Pruébenlo con bacalao ahumado en aceite.
También hagan una ensalada de escarola,con ajito y aceite y vinagre, y riéguenla con esa salasa de piquillos.