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Erbló de Paco Rebolo... la última frontera.

Bolitas Iconoclastas y La Barrica

Bolitas Iconoclastas y La Barrica

Bolitas Iconoclastas y Taberna “La Barrica”.

Al aproximarse Semana Santa, muchas personas se plantean la degustación de los menús, tanto caseros como foráneos como una cuestión de fe. Yo, por mi falta de ella, desde pequeñito siempre he procurado comer algo (o mucho) de carne en esos festivos días. Por esa razón, os doy una receta de mi invención (tampoco es que tenga excesivo mérito, que conste) que es adaptable tanto a los de mucha fe como a los de poca o ninguna, pero que, puesto que soy yo el hacedor de la misma, voy a bautizar (vaya con el término, parece a propósito) como me place: “Bolitas Iconoclastas” (Si miráis en cualquier diccionario, la definición de “iconoclasta” que mejor se adapta a lo que planteo es: “En lenguaje coloquial, se utiliza también para referirse a aquella persona que va a contracorriente y cuyo comportamiento es contrario a los ideales, normas o modelos de la sociedad actual o a la autoridad de maestros dentro de ésta, sin que implique una connotación negativa de su figura”)

Se trata de una muestra, aunque modesta, de una de las mejores cocinas que existen: la de las sobras. Y como unas veces sobra carne, otras pescado y nunca marisco,  ateniéndome a lo que escribí antes, voy a dar por sentado que nos ha sobrado, mmmmm…  gallina del puchero. Y así matamos dos pájaros de un tiro.

Supongamos que hicimos un lindo y revitalizante puchero, con gallina, como mandan los cánones, y que nos ha sobrado una porción de la misma, con su pellejito y todo. Procederemos de la siguiente manera para las bolitas, teniendo en cuenta que las cantidades son estimativas: En un bol grande mezclamos la gallina desmenuzada, 3 huevos, un chorro de limón, perejil, mejorana fresca, ajo y cebolla muy picados, sal y harina. Se mezcla todo hasta formar una pasta no demasiado espesa. Luego, en una sartén con aceite abundante y caliente se van echando cucharadas soperas colmadas de la pasta y se fríe procurando no quemarlas. Ellas solitas se van inflando hasta formar las bolitas que dan título a la receta. Y, como todas las frituras, mejor en caliente.

¿Y qué hacemos con el pellejito de la gallina? Opción: Se corta en tiritas no demasiado grandes, se sala y se fríe con muchísimo cuidado y la sartén tapada (podemos no taparla, pero casi seguro que nos quemamos, así que, puestos a elegir…). Quedan unas tiras churruscaditas de las que crean adicción.

Como salsa, cualquiera que nos apetezca (mayonesa, tomate, agridulce, etc.) pero por favor casera, que casi todo lo de bote da grima, al menos a mí.

Además de esto, si no os convence mi propuesta siempre se puede mejorar en vivo en un lugar especialmente diseñado para los placeres de la carne (y del pescado), la Taberna “La Barrica”, en San Roque (al final de la calle Málaga), donde mi amigo Jose (bilbaíno que nace donde le da la gana, como no puede ser de otra manera), hace de las suyas a diestro y siniestro para que nosotros, pobres almas en pena, podamos disfrutar de su prestancia en la barra y en la cocina. Da gusto catar sus escalopines (bueno, son de ternera, no suyos estrictamente hablando), el pollo al curry, esos pintxos de alucinar varias veces, o esas tostas de salmón o bacalao ahumado. Los montaditos (más de 20 distintos) son tamaño montado (a lo grande, como buen bilbaíno) y las patatas fritas son eso, patatas fritas y no esos engendros que vemos ahora por doquier que no sabemos si son lo que dicen o estacas de madera envueltas en mantequilla rancia. Las parrilladas, para mandarlas a Sanidad para un estudio en profundidad del colesterol, pero con una abundancia…. Además, variedad de quesos, patés varios, jamón (del bueno, no del de la pata pintada a rotulador Carioca) y latitas variadas y multiformes (los mejillones para pecar y pecar y tiro porque me toca). Y para colmo, la camarera y la cocinera son simpáticas a rabiar. La única pega: que los fines de semana hay que llegar pronto o nos tenemos que colgar de la farola de la calle para poder catar algo. Yo ya lo tuve que hacer una vez y os aseguro que no es cómodo. Sobre todo a partir de la decimosexta cerveza.

Paco Rebolo. pacorebolo@gmail.com

Publicado en "Noticias de la Villa" de Abril de 2007

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